Auto-retrato de Eduardo Solá Franco
Hablar de
Solá Franco, es como hablar de un fantasma que se cree deambuló por las calles
de Guayaquil, se cree escribió algunos libros, se cree presentó obras de teatro
y se cree pintó muchos cuadros. La realidad es que en efecto así lo hizo, tan
sólo que en esta ciudad y en este país que le es ingrato a muchas cosas, pero
sobre todo al arte, no se lo tomó en cuenta como el gran artista que fue.
Solá
nació en Guayaquil el año de 1915, procedente de una familia acomodada, lo que
le valió de ayuda para conocer más del ambiente artístico que venía del
exterior, pero de la misma forma, su condición de “adinerado”, lo marginó del
ambiente artístico local. La razón es simple, El Ecuador, como la mayoría de
Latinoamérica en aquellos años(1920-1980), sentía una casi enfermiza
fascinación por la izquierda política y el patriotismo, de tal forma que los
sectores de izquierda, que tenían fuerte influencia en el arte, lo excluyeron
por ser de “buena familia”. Este desacuerdo se hizo presente en una ocasión en
la que Joaquín Gallegos Lara, reconocido escritor y político, mandó a que
golpearan a Solá Franco por “afeminado”. Todo esto, hizo que Solá emprenda
viajes al exterior constantemente, y se costeaba los gastos pintando cuadros,
en su mayoría retratos, a las familias adineradas de las ciudades que visitaba.
Retrato realizado por encargo
Entre las
ramas artísticas que Solá desempeñó, están la pintura como lo más reconocible.
El teatro, como escritor y decorador de obras. Modista. Escritor publicado e
incluso como cineasta.
Su obra
pictórica tuvo mucho reconocimiento en el extranjero, llegando a exponer en
París, Berlín, Milán, Praga, Quito, Lima, Barcelona, Madrid, Buenos Aires,
Washington D.C. y Santiago entre las ciudades más importantes. Todo esto desde
sus primeros viajes por inicios de los 40’s, hasta su muerte en 1996.
Su estilo
al momento de pintar, difiere mucho con lo que se hacía en el país por esos
años, que enajenados por el patriotismo, se prefería el realismo indígena, cuyo
mayor representante era Guayasamín. Sus cuadros siempre estaban cargados de un
fuerte simbolismo y mística, usualmente recurría a personajes de la mitología,
referencias literarias, misterio, y metáforas delirantes. Tenía una fascinación
por lo subjetivo y el surrealismo. Sus cuadros siempre tenían un significado,
que para ser cifrado, había que analizarlo desde lo pleno oculto e
inconsciente. Los estilos empleados eran diversos, pero no se dejó llevar del
todo por el cubismo, el pop art, o el op art, muy populares a mediados del
siglo XX, aunque una que otra vez se “animaba” a probar cosas nuevas, nunca
dejando a un lado su estilo propio. Participó en Bienales de ciudades muy
importantes como El Bienal de Madrid en 1951 y el Bienal de Valencia en 1965.
Como
escritor, publicó 4 novelas, dos de ellas “Latitud 0” y “Del otro lado del
mar”, fueron publicadas en España. Se conoce que escribió más de 80 obras de
teatros las cuales algunas fueron presentadas en muchas ciudades, una de ellas
incluso en el teatro de Louvre de París en 1954.
Muy poco
se conoce de su carrera como modista, pero en sus diarios personales dibujada
bosquejos de modelos con distintos trajes y conjuntos, muchos de ellos él los
hacía para las obras que presentaba y además diseñaba vestuarios de su creación
para diferentes compañías tanto en Europa como en América.
Autor
también de libretos de ballet, creando incluso coreografías.
También
realizó distintos cortos cinematográficos que fueron galardonados. El corto “Un
pequeño argumento”, recibió la Máscara de Plata en el Festival de Salerno,
Italia en 1965. También trabajó en Walt Disney realizando guiones
cinematográficos. Su cortometraje “Encuentros Imposibles”, fue el primer
cortometraje experimental ecuatoriano, en el año 1959, y tomó hasta 1979 para que
vuelva a hacerse un filme de este tipo en el país.
Por todo
lo mencionado, Eduardo Solá Franco es sin lugar a dudas uno de lo referentes
artísticos más grandes que tuvo está ciudad y este país en el siglo XX. Una
ciudad que le era reacio al cambio, y el “sedentarismo cultural” hizo que se
marginen a genios creativos como Solá Franco. Sin embargo, Solá aún creía en la
gente de este país y constantemente volvía a su ciudad, ya sea para exponer sus
cuadros, evento que ocurría muy rara vez, o simplemente lo hacía para estar
cerca de su madre que siempre fue la que más lo apoyo en su carrera. A más de
eso, reitero, él siempre creyó en el país y a cada regreso del exterior
esperaba ver un país diferente y con una mente artística y culturalmente más
desarrollada, cosa que jamás ocurrió, ya que murió en Santiago de Chile en
1996, luego de ya haberse erradicado en esa ciudad por más de 10 años.
Eduardo Solá Franco 1994
Los cuadros de Solá se encuentran en varias colecciones
privadas de Italia, Francia, España y Perú, los familiares también guardan
algunos ejemplares. Los libros, de las 4 novelas, una de ellas se la puede
encontrar en Perú. De las obras de teatro que escribió, no se conoce que hayan
vuelto a ser presentadas y se han publicado varias recopilaciones de estas,
siendo la primera lanzada en Perú con el nombre “Los Caminos obscuros y el
silencio”. Otros textos de este tipo también han sido publicados bajo el sello
de la Casa de La Cultura. Los diarios personales y demás materiales del artista
como cortometrajes y bosquejos, junto con sus cuadros, fueron recopilados y
expuestos en el Museo Municipal en Junio del 2010 como un intento de impedir
que la historia olvide a otro grande del arte.
Publicidad del Museo Municipal de la exhibición "El teatro de los afectos" Junio 2010
Eduardo Solá Franco es otra muestra del duro trabajo al que
se enfrentan los artistas en el país, pero él jamás se rindió y nunca le guardó
rencor a la tierra que lo vio nacer, aunque muchas veces estuvo a punto de
claudicar, como se puede ver en el siguiente poema “El trasplantado”, que data
de fines de los 60’s. Después de todo, el arte te paga con arte y tal vez con
nada más que eso.
Por Luis Castro
1 comentarios:
El arte solo te paga con arte y con nada más que eso, es terrible tener que reconocer que muchas veces lo reconocido no es lo mejor. El Ecuador deja de lado a muchos compatriotas, los ignora, los destierra, los trasplantan, quizás por eso es que aman tanto a su tierra y la anhelan con fervor, no hay mejor inspiración que el hígado lleno de dolor o rabia.
JC
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