El
cine en Ecuador no es tan actual como se lo cree. Existen varias producciones
audiovisuales que datan desde 1920 como El tesoro de Atahualpa, dirigido por el ecuatoriano Augusto San Miguel además, en la misma década, el italiano Carlos Crespi
dirigió el importante documental Los invencibles shuaras del alto Amazonas,
pero lastimosamente ya no existe mayor registro de ellos, salvo de algunas
tomas que se han rescatado y se las muestra como archivo histórico del cine en
el país.
Cerca de dos
décadas el cine nacional se dedicó a los documentales, los noticieros y los
reportajes turísticos promocionales, con la excepción de dos largometrajes
argumentativos en 1950. Sin embargo, el cine ecuatoriano fue
promovido por los intelectuales en la década de 1960, entre ellos Ulises
Estrella, director de la Cinemateca Nacional. Durante ese período proliferaron
las coproducciones mexicano-ecuatorianas. Durante
la siguiente década, se fortaleció el género documental, y en 1977 se legalizó la Asociación de Autores Cinematográficos
del Ecuador.
Más adelante en las década de los 80’s vendría una nueva
camada de realizadores de cine en el país que comenzarían a contribuir a este
arte con ideas nuevas. Comenzando con Camilo Luzuriaga, quien tendría el reto
de adaptar clásicos de la literatura ecuatoriana al cine tales como los La
Tigra y Entre Marx y una mujer desnuda.
En los 90´s en cambio le tocaría el turno a Sebastián Cordero
quien impulso un tipo de cine inspirado en el realismo social ecuatoriano,
dejando un poco de lado los diálogos lúdicos y fantasiosos propios de una
novela literaria adaptada al cine. Es de ahí que salen las películas “Ratas,
ratones y rateros” 1999 y “Crónicas”
2004. Sobre estas películas, a Sebastián Cordero en una entrevista del
2005 le preguntaron acerca de la construcción de sus personajes, y si no caían
en el estereotipo.
“Creo que hay una
diferencia entre un estereotipo y un icono. El estereotipo cae sólo en ciertas
facetas, pero el personaje se mantiene de dos dimensiones. No va más allá, y lo
que yo trato de hacer, a veces con éxito, a veces sin él, es que los personajes
sean tridimensionales, que tengan su profundidad y su complejidad, que no se
queden sólo en el estereotipo”
En años recientes, han salido varios
cineastas que estudian en universidades e institutos que otorgan títulos y
cursos sobre cine, por lo que la producción a aumentado enormemente. Según
datos del Consejo Nacional de Cine Ecuatoriano, la producción nacional ha
crecido en 300% estos últimos 5 años. Desde el 2006 se creó el CNcine, el cual
se encarga de distribuir mediante convocatorias un fondo estatal de 700 mil
dólares, para financiar producciones en 8 categorías. Entre 30 y 35 proyectos
de ficción y documentales resultan beneficiados anualmente.
Dentro de las últimas
producciones, sobresalen las películas “Prometeo Deportado” 2010 y “Sin Otoño
sin primavera” de los directores Fernando Mieles e Iván Mora Zambrano.
Prometeo, tiene una elemento de ficción bastante evidente, además de ser un
punto de encuentro de los modismo y costumbrismos puramente ecuatoriano, es
entonces una mixtura entre lo que Luzuriaga hizo en los 80´s y Cordero en los
90´s,
Mieles sobre Prometeo deportado
dijo lo siguiente:
“Este trabajo es el producto de una experiencia personal.
Cuando estaba en España me deportaron; así que utilicé mis vivencias como un
pretexto para hacer una alegoría o metáfora de mi país, pero agregando la
constante de la migración, los sueños truncados y esas cosas”
Por el lado de Iván Mora, Sin
Otoño presenta una historia que se desarrolla en un ambiente urbano plagado de
elementos modernos, como la música, los vestuarios, las ideologías, las
identidades y demás elementos que mas que ser puramente ecuatorianos, son
globales, representando un estilo que dista de sus antecesores.
Es entonces como se nota una
evolución del cine y los cineastas ecuatorianos a través de los años y los
cambios de generación.
Por: Luis Castro
0 comentarios:
Publicar un comentario