sábado, 10 de noviembre de 2012

Salvos, siempre salvos


A simple vista parecería que fuese una sede del Senado de Estados Unidos, en pleno centro de la ciudad de Guayaquil. Pero, al ver que en ambos lados se encuentran adheridos dos logos con los números 666, se deduce que va más allá de una organización política; sino que es un lugar que permanece unido por un poder sobrenatural. 

666 es el número que tradicionalmente se relaciona con la llegada del Anticristo. Para un conservador y fiel creyente de la existencia del número de la bestia; estas tres cifras parecen dar la bienvenida a un mundo donde reina el desenfreno y las maldades más atroces del planeta. Sin embargo estos son sobre los que se fundamenta el Gobierno de Dios en la Tierra, Creciendo en Gracia.

-¡Bendecida!, bienvenida al reino de Papa Dios- dice el portero a Bertha con una grata sonrisa. Parece ser una frase inofensiva y hasta común; pero para Bertha y sus amigos bendecidos; es su manual de vida. Esta palabra es con la  que se reciben, saludan y despiden los “escogidos” y que repiten como muestra de hospitalidad a sus visitantes. Entre cánticos, alabanzas y frases como: “la alegría de vivir” y “nosotros los escogidos estamos inmunes al peligro” comienza esta celebración de adoración a Jesucristo Hombre.

“La primera vez que el Señor vino, lo hizo en un cuerpo físico llamado Jesús de Nazareth, de la misma manera, está escrito que aparecía por segunda vez, diciéndole al mundo que no hay pecado. Así llegó el 22 de abril de 1946 y hoy en día es el único que está predicando el evangelio de Pablo, explicando que el diablo fue destruido, el pecado fue quitado, la Iglesia está perfecta para siempre…ÉL ES JOSÉ LUIS DE JESÚS MIRANDA” se escuchaba otra vez a Bertha que estaba lista para participar del culto de esa mañana. Antes de que el culto comience, Bertha prefiere ubicarse en la sexta fila y saca una libreta de hojas cuadriculadas y una pluma negra para anotar todo lo que escucha y observa de los dos grandes proyectores por donde es transmitida la sabia y única palabra de su “Papito”.

Así como Bertha, alrededor de 120 personas entre niños, adultos y ancianos se reúnen cada miércoles a las 8 pm y los domingos a las 10 am. Aguardan con ansias la aparición de quien se refieren como: “Oye Papá”, “Tu si que sabes”, “Así es papito”, con la interpretación de otra parte del evangelio de Pablo. El diablo y la maldad no existen, las críticas mordaces al Vaticano y la existencia humana como divinidad son los temas que este sabio ser terrenal les transmite con el fin de convencerlos de que su legado es perfecto.

Pero, ¿Quién es realmente José Luis de Jesús Miranda? Aparentemente es alto (según el afiche de cuerpo entero colgado en las paredes del templo), de tez blanca, cabellos negros, usa lentes, con algunas arrugas que, son fiel huella del paso de los años, está vestido de saco y corbata y lo que más atrae a sus seguidores es la blanca sonrisa que le da un aire de seguridad y paternalismo. Nació en Puerto Rico en el año 1946 y llegó a la tierra como el más común de los mortales y lleno de pecado original. A la llegada de su madurez se dedicó al estudio bíblico como pastor evangélico. Sin embargo, luego de una revelación divina de dos ángeles sintió un llamado al que decidió atender con la idea de la  fundación de su Iglesia, donde él sería el único Dios. Tomó la decisión de difundir el mensaje divino a quienes estaban “cegados” por la Gran Ramera (así es como llama a la Iglesia Católica), pero aquellas personas le atribuyeron una gran afección mental, y por lo que sufrió un largo encierro adherido una gran depresión. Situación precaria que duraría poco, ya que se armaría de valor y empezaría lo que ese par de ángeles le habían ordenado que haga por mandato divino.

En el año de 1973 decide fundar no su iglesia, no su secta, sino su Gobierno. Este estaba erigido con la interpretación del propio José Luis del evangelio de Pablo. Desde Puerto Rico empezó el ministerio hasta que decidió establecerse definitivamente en Miami. Y así es como se fueron multiplicando sus adeptos, y actualmente su mensaje llega a casi toda Latinoamérica, parte de Europa y Centroamérica. En Ecuador llega a las provincias de Guayas, Esmeraldas, Loja, Imbabura, Los Ríos, Manabí, Pichincha y Tungurahua. 

A la provincia del Guayas y más especifico en Guayaquil, el Gobierno de José Luis llegó en la década del 90. Los datos sobre quienes trajeron esta nueva modalidad de creencias se desconoce. Lo único que si se sabe es que fueron dos “bendecidos” los que por un problema de salud, tuvieron que ser operados en Miami, y trajeron algunos panfletos y folletos sobre la Iglesia de la Gracia. Las ovejas del rebaño fueron recogidas, en ese entonces por Diógenes Barros Quiñonez, actual Obispo. Pero según el líder de la sede guayaquileña, actualmente se contabilizan alrededor de 2500 personas en toda la provincia; y 200 en Guayaquil.

Sin embargo, sus miembros no pueden alcanzar la palabra diaria de José Luis. Y  es por eso, que para la expansión de su mensaje, José Luis decidió fundar su propio canal de televisión, Telegracia. Este sólo se consigue a través de la contratación de servicio de cable. Canal que en las empresas de televisión pagada de la ciudad, no se encuentra disponible, ya que no lo conocen ni mucho menos sabían de su existencia. Pero, la fe mueve montañas; y para los discípulos de José Luis no existe montaña ni monte gigante; y en las reuniones, observan videos que son proporcionados desde Colombia y transmisiones en vivo en una especie de video llamada.

En la pantalla aparece “papi”. Bertha se emociona al ver a su salvador, se coloca el dedo índice y corazón sobre su sien derecha, para que la palabra sea directa y entre en su mente con más fuerza. Mientras que, Francisco con cierto recelo se niega a creer lo que está viendo. Las alabanzas y muestras de amor de Bertha continúan; en una situación cercana, podría parecer una fan que suspira y oye con atención a su cantante favorito. Pero estas muestras de amor ágape son  interrumpidas por la voz que anuncia el momento en que la Súper Raza abandona el primer piso, para conocer más de su papito a través de talleres didácticos.
La Súper Raza es el grupo de niños que asisten al templo de la Gracia para recibir la formación del evangelio. Suben felices y esta alegría es acompañada de una canción suave en donde claramente se oyen las promesas de fidelidad y amor eterno al Papá Dios humano. Está conformado por 25 niños, que van de los 8 a 14 años de edad que cada domingo llenan hojas, plagadas de corazones en los bordes y de las fotos y caricaturas de José Luis (cual tarea escolar), con la nueva interpretación del evangelio.

En “Creciendo en Gracia” La clave para ser bendecidos con la Transformación es haber pasado por una dolorosa sesión de tatuajes. Es la prueba máxima de amor y adoración hacia Miranda. Mensualmente, y exclusivamente para los nuevos bendecidos o entendidos, se realizan las sesiones de tatuajes. En total deben llevar cuatro. Los dos primeros, en el brazo derecho con la simbología JH 666. Y los otros dos en el brazo izquierdo con la simbología JH SSS. Según Geovanny Gómez es necesario tener estas insignias porque José Luis verificará quienes son parte de su legado. El 666 significa prosperidad. Aunque siempre es asociado con el número de la bestia o Anticristo; pero para ellos, es el número del hombre sabio que regirá sobre todas las naciones del mundo. Las SSS significan “Salvo, siempre salvo” con el fin de que recuerden de que su cuerpo será incorruptible luego de que José Luis se transforme.

Pasa el tiempo y el culto está terminando, la súper raza y los entendidos abandonan lentamente el templo, con sonrisas en sus labios, escuchar la palabra de papa había saciado sus ansias de salvación… por lo menos hasta el próximo miércoles. Bertha es una de las últimas en salir, espera pacientemente que el lugar quede casi vacío y mientras espera comparte algunas ideas con Geovanny, Bertha se despide amablemente:

- Ha sido un gusto chicos, las puertas de este reino siempre estarán abiertas para todos aquellos que busquen redención, papi siempre los recibirá con los brazos abiertos.
Y allí quedó Bertha, con una sonrisa en los labios, quizás no la volvamos a ver nunca pero siempre estará allí, en el mismo lugar, con los mismos controversiales temas de conversación;  y en el mismo puesto compartiendo la sabiduría de José Luis de Jesús Miranda con todos aquellos que se sientan capaces de ser dignos transeúntes de las calles del gobierno de Dios en la tierra.

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