A simple vista parecería que fuese una sede del Senado de
Estados Unidos, en pleno centro de la ciudad de Guayaquil. Pero, al ver que en
ambos lados se encuentran adheridos dos logos con los números 666, se deduce
que va más allá de una organización política; sino que es un lugar que permanece
unido por un poder sobrenatural.
666 es el número que tradicionalmente se relaciona con la
llegada del Anticristo. Para un conservador y fiel creyente de la existencia
del número de la bestia; estas tres cifras parecen dar la bienvenida a un mundo
donde reina el desenfreno y las maldades más atroces del planeta. Sin embargo
estos son sobre los que se fundamenta el Gobierno de Dios en la Tierra,
Creciendo en Gracia.
-¡Bendecida!, bienvenida al reino de Papa Dios- dice el
portero a Bertha con una grata sonrisa. Parece ser una frase inofensiva y hasta
común; pero para Bertha y sus amigos bendecidos; es su manual de vida. Esta
palabra es con la que se reciben,
saludan y despiden los “escogidos” y que repiten como muestra de hospitalidad a
sus visitantes. Entre cánticos, alabanzas y frases como: “la alegría de vivir”
y “nosotros los escogidos estamos inmunes al peligro” comienza esta celebración
de adoración a Jesucristo Hombre.
“La primera vez que el Señor vino, lo hizo en un cuerpo
físico llamado Jesús de Nazareth, de la misma manera, está escrito que aparecía
por segunda vez, diciéndole al mundo que no hay pecado. Así llegó el 22 de
abril de 1946 y hoy en día es el único que está predicando el evangelio de
Pablo, explicando que el diablo fue destruido, el pecado fue quitado, la
Iglesia está perfecta para siempre…ÉL ES JOSÉ LUIS DE JESÚS MIRANDA” se
escuchaba otra vez a Bertha que estaba lista para participar del culto de esa
mañana. Antes de que el culto comience, Bertha prefiere ubicarse en la sexta
fila y saca una libreta de hojas cuadriculadas y una pluma negra para anotar
todo lo que escucha y observa de los dos grandes proyectores por donde es
transmitida la sabia y única palabra de su “Papito”.
Así como Bertha, alrededor de 120 personas entre niños,
adultos y ancianos se reúnen cada miércoles a las 8 pm y los domingos a las 10
am. Aguardan con ansias la aparición de quien se refieren como: “Oye Papá”, “Tu
si que sabes”, “Así es papito”, con la interpretación de otra parte del
evangelio de Pablo. El diablo y la maldad no existen, las críticas mordaces al
Vaticano y la existencia humana como divinidad son los temas que este sabio ser
terrenal les transmite con el fin de convencerlos de que su legado es perfecto.
Pero, ¿Quién es realmente José Luis de Jesús Miranda?
Aparentemente es alto (según el afiche de cuerpo entero colgado en las paredes
del templo), de tez blanca, cabellos negros, usa lentes, con algunas arrugas
que, son fiel huella del paso de los años, está vestido de saco y corbata y lo
que más atrae a sus seguidores es la blanca sonrisa que le da un aire de
seguridad y paternalismo. Nació en Puerto Rico en el año 1946 y llegó a la
tierra como el más común de los mortales y lleno de pecado original. A la
llegada de su madurez se dedicó al estudio bíblico como pastor evangélico. Sin
embargo, luego de una revelación divina de dos ángeles sintió un llamado al que
decidió atender con la idea de la
fundación de su Iglesia, donde él sería el único Dios. Tomó la decisión
de difundir el mensaje divino a quienes estaban “cegados” por la Gran Ramera
(así es como llama a la Iglesia Católica), pero aquellas personas le
atribuyeron una gran afección mental, y por lo que sufrió un largo encierro
adherido una gran depresión. Situación precaria que duraría poco, ya que se
armaría de valor y empezaría lo que ese par de ángeles le habían ordenado que
haga por mandato divino.
En el año de 1973 decide fundar no su iglesia, no su
secta, sino su Gobierno. Este estaba erigido con la interpretación del propio
José Luis del evangelio de Pablo. Desde Puerto Rico empezó el ministerio hasta
que decidió establecerse definitivamente en Miami. Y así es como se fueron
multiplicando sus adeptos, y actualmente su mensaje llega a casi toda
Latinoamérica, parte de Europa y Centroamérica. En Ecuador llega a las
provincias de Guayas, Esmeraldas, Loja, Imbabura, Los Ríos, Manabí, Pichincha y
Tungurahua.
A la provincia del Guayas y más especifico en Guayaquil,
el Gobierno de José Luis llegó en la década del 90. Los datos sobre quienes trajeron
esta nueva modalidad de creencias se desconoce. Lo único que si se sabe es que
fueron dos “bendecidos” los que por un problema de salud, tuvieron que ser
operados en Miami, y trajeron algunos panfletos y folletos sobre la Iglesia de
la Gracia. Las ovejas del rebaño fueron recogidas, en ese entonces por Diógenes
Barros Quiñonez, actual Obispo. Pero según el líder de la sede guayaquileña,
actualmente se contabilizan alrededor de 2500 personas en toda la provincia; y
200 en Guayaquil.
Sin embargo, sus miembros no pueden alcanzar la palabra
diaria de José Luis. Y es por eso, que
para la expansión de su mensaje, José Luis decidió fundar su propio canal de
televisión, Telegracia. Este sólo se consigue a través de la contratación de
servicio de cable. Canal que en las empresas de televisión pagada de la ciudad,
no se encuentra disponible, ya que no lo conocen ni mucho menos sabían de su
existencia. Pero, la fe mueve montañas; y para los discípulos de José Luis no
existe montaña ni monte gigante; y en las reuniones, observan videos que son
proporcionados desde Colombia y transmisiones en vivo en una especie de video
llamada.
En la pantalla aparece “papi”. Bertha se emociona al ver
a su salvador, se coloca el dedo índice y corazón sobre su sien derecha, para que
la palabra sea directa y entre en su mente con más fuerza. Mientras que,
Francisco con cierto recelo se niega a creer lo que está viendo. Las alabanzas
y muestras de amor de Bertha continúan; en una situación cercana, podría
parecer una fan que suspira y oye con atención a su cantante favorito. Pero
estas muestras de amor ágape son
interrumpidas por la voz que anuncia el momento en que la Súper Raza
abandona el primer piso, para conocer más de su papito a través de talleres
didácticos.
La Súper Raza es el grupo de niños que asisten al templo
de la Gracia para recibir la formación del evangelio. Suben felices y esta
alegría es acompañada de una canción suave en donde claramente se oyen las
promesas de fidelidad y amor eterno al Papá Dios humano. Está conformado por 25
niños, que van de los 8 a 14 años de edad que cada domingo llenan hojas,
plagadas de corazones en los bordes y de las fotos y caricaturas de José Luis
(cual tarea escolar), con la nueva interpretación del evangelio.
En “Creciendo en Gracia” La clave para ser bendecidos con
la Transformación es haber pasado por una dolorosa sesión de tatuajes. Es la
prueba máxima de amor y adoración hacia Miranda. Mensualmente, y exclusivamente
para los nuevos bendecidos o entendidos, se realizan las sesiones de tatuajes.
En total deben llevar cuatro. Los dos primeros, en el brazo derecho con la
simbología JH 666. Y los otros dos en el brazo izquierdo con la simbología JH
SSS. Según Geovanny Gómez es necesario tener estas insignias porque José Luis
verificará quienes son parte de su legado. El 666 significa prosperidad. Aunque
siempre es asociado con el número de la bestia o Anticristo; pero para ellos,
es el número del hombre sabio que regirá sobre todas las naciones del mundo.
Las SSS significan “Salvo, siempre salvo” con el fin de que recuerden de que su
cuerpo será incorruptible luego de que José Luis se transforme.
Pasa el tiempo y el culto está terminando, la súper raza
y los entendidos abandonan lentamente el templo, con sonrisas en sus labios,
escuchar la palabra de papa había saciado sus ansias de salvación… por lo menos
hasta el próximo miércoles. Bertha es una de las últimas en salir, espera
pacientemente que el lugar quede casi vacío y mientras espera comparte algunas
ideas con Geovanny, Bertha se despide amablemente:
- Ha sido un gusto chicos, las puertas de este reino
siempre estarán abiertas para todos aquellos que busquen redención, papi
siempre los recibirá con los brazos abiertos.
Y allí quedó Bertha, con una sonrisa en los labios,
quizás no la volvamos a ver nunca pero siempre estará allí, en el mismo lugar,
con los mismos controversiales temas de conversación; y en el mismo puesto compartiendo la
sabiduría de José Luis de Jesús Miranda con todos aquellos que se sientan
capaces de ser dignos transeúntes de las calles del gobierno de Dios en la
tierra.
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