sábado, 24 de noviembre de 2012

Carolina Andrade: "Yo sí soy una sobreviviente"




Como cantante de rock o comediante le iría muy bien debido a su divertida forma de ser. Si alguien desconocido la escucha hablar por primera vez diría que sus actitudes con los demás son únicas, y realmente tiene la razón.

Todos aquellos que han entablado una estrecha relación de amistad y laboral con ella, saben que su oficina en la dirección de la carrera de Comunicación Social fue su pequeña casa. Carolina se encontraba ahí desde las nueve de la mañana en punto hasta las siete u otra hora que se la necesite por la noche. Permanecía sentada durante todas estas horas para ver cuáles son las mejores decisiones a tomar por el futuro de “sus chicos”, como acostumbra llamar a sus alumnos y también para escucharlos si es que algún mal les aqueja.

Nació hace 46 años en el seno de una familia matriarcal. Ella especifica esto no porque no haya existido la presencia de un padre en su familia; sino porque en ella hubo más miembros femeninos y eso hacía que el ambiente del que estaba rodeada sea lleno de comunicación, detalles y demás cosas que solo en el alma femenina puede haber. De ahí que haya sido sorpresa que al ser madre haya procreado 2 hijos. Ella con mucho orgullo dice que su familia fue espectacular. Su padre fue un ser racional al que ella siempre se mantuvo más apegada y siempre consideró maravilloso por los asaltos filosóficos de los que ella era víctima aun cuando tenía 5 años. Mientras que su madre fue aquella luz que la iluminaba y sacaba gran sonrisa si se sentía mal alguna vez.

Lo que más recuerda de su etapa infantil era la Navidad. No le daban Barbies, bicicletas o patines; regalos muy deseados por cualquier niño. Sin embargo, ella ansiaba la llegada de ese día porque su madre se esmeraba en conseguirles a ella y a su hermana, libros en grandes cantidades para que sus vacaciones sean entretenidas. Para ella la mejor Navidad que tuvo fue cuando le regalaron una jaba de cola Tropical. “Era mi jaba, estaba tan feliz porque era mía y si alguien quería cola me tenía que pedir a mí”, dice mientras ríe de solo acordarse.

Al llegar a la adolescencia lo más probable es que la hayan tomado por loca. Carolina se quería dedicar a la literatura y por ende a escribir libros. En esa época sus padres la miraban como el contraste de su hermana. Ella quería estudiar medicina y tener su especialización en cardióloga. La relación con su hermana durante su niñez era la típica: golpes, peleas e insultos. Con el tiempo se convirtieron en mejores amigas, situación que jamás pensó que ocurriría.

Pensó que la amistad entre ambas iba a terminar. Esto fue lo primero que cruzó por su mente cuando se enteró de que su hermana sufrió un accidente cerebrovascular que le dejó una discapacidad permanente. Esto destruyó a Carolina internamente porque jamás imaginó que precisamente a su hermana le ocurriría algo tal infortunio, por eso, le dedicó a ella su novela Frágiles.   

Estudió en la Universidad Católica todas las materias de Literatura. En ese entonces, la literatura estaba muy ligada a la pedagogía; a lo que ella rehuía porque no se veía como  docente. Y por eso no consiguió ningún título. Luego en la Laica terminó la carrera de Periodismo ya que de esa forma compensaría lo que en la Universidad Católica no había obtenido.

Cuando ya estaba casada tuvo la oportunidad de viajar a México para estudiar en una escuela de escritores. No la desperdició porque siempre se vio en la necesidad de escribir y de hacerlo bien para llegar al lector de manera que sintiera lo que sienten cada uno de sus personajes.

Cada una de sus etapas como mujer han sido especiales. La  que  más disfrutó, ha disfrutado y siempre disfrutará es la de ser madre, aunque en un principio la espantó. Tiene dos hijos que hoy ya tienen 22 y 23 años. Cuando estos eran unos niños eran pacíficos y demasiado educados. Para Carolina el desastre empezó cuando sus hijos alcanzaron la edad de 13 y 12 años, la famosísima “edad del burro”. Sus hijos la hicieron sufrir durante el tiempo que duró, casi unos 5 años. “Yo había mandado a la escuela unos muchachos pero me devolvían un par de orangutanes” “Llegaban del colegio y dejaban la mochila detrás de la puerta hasta el día siguiente; siempre me preguntaba si por si acaso no había un debercito por ahí que hacer” dice Carolina mientras sonríe en ademan de complicidad.

Lo más espantoso era ver las libretas de ambos. Cada uno obtenía buenas calificaciones en las materias que estaban ligadas a sus intereses y en las que no, siempre las calificaciones eran bajas, siente que es por eso que sus hijos son lo que son ahora porque ella nunca interfirió en ninguna de sus decisiones ni influyó para que eligieran las carreras que ahora siguen Leyes y Medicina.

Es una mujer de hogar por eso no se queja de que en cada uno de sus trabajos le hayan dado la oportunidad de no ser tan absorbentes y así poder pasar más tiempo con sus hijos. Ahora que están más grandes disfruta de ambos con sus distintas personalidades. El mayor solo habla de temas de actualidad y política aunque para ella es el más variable porque en cualquier momento puede hacer break dance por toda la casa, sin embargo con el menor se puede reír todo un día.

Otra de sus pilares de resistencia son sus amigos. Sin ellos, Carolina quizás jamás hubiera superado todos los hechos dolorosos que han ido marcando su vida. Aunque de vez en cuando se olvida de sus cumpleaños o no asiste a reuniones que ellos hacen, siempre los lleva en su corazón y agradece que siempre la consideren parte de sus vidas.

Si ella se pudiera definir en una sola palabra sería sobreviviente. Claramente se cataloga así porque si ella hubiese estado esperando todos los sucesos negativos que en su vida han ocurrido, quizás jamás hubiese soportado la magnitud del dolor.

Los golpes más duros de Carolina fueron, su divorcio, del que no quiso hablar, el accidente cerebrovascular de su hermana que la dejó con una discapacidad y la muerte de su madre. Los dos primeros llegaron al mismo tiempo, pero eso no detuvo su vida, siguió adelante y esperó a que todo saliera bien. La muerte de su madre ocurrió durante el semestre de clases del 2007. En esa época una estudiante con la que no tenía mayor confianza le dio una nota que declaraba su gran admiración por ella y su apoyo incondicional en aquellos momentos difíciles.

Trabajó en Telesistema y luego en Ecuavisa por 12 años como directora del programa Complicidades y productora de noticias de Televistazo. Ambos los consiguió por ser “niña buena y aplicada”. Aunque su madre le había inculcado que el trabajo no llega solo sino que debía buscarlo; para Carolina solo le costó ser buena en lo que hacía y lo logró.

Llegó a la Facultad de Filosofía como profesora, luego pasó a ser encargada del Área de Comunicación y cuando salió electa Cecilia Loor como decana le había prometido el puesto de Directora de Carrera de Comunicación Social y Literatura. Puesto que ella nunca ansió, pero que se lo ganó por méritos, uno de ellos por tener trayectoria por su labor en medios ecuatorianos y por tener un plan de trabajo impecable ante todos los demás aspirantes, pero la falta de un título de cuarto nivel hizo que abandone el cargo.

Su carrera de escritora es de la que más disfruta hablar. Ella siente que sus narraciones tienen parte de su vida. La literatura, o por lo menos la que ella hace, se basa en fragmentos de sus experiencias, no como las ha vivido personalmente, sino como ella quiere que las viva el personaje. Su primera novela y actual creación literaria es Frágiles; la incógnita de este libro se encuentra en su final. “Si yo no fuera la autora, yo hubiera matado a Bruno”. Carolina Andrade confesó que en cada idea que plasma dentro de sus obras, ella trata de recordar partes de su vida y reflejar en cada uno de sus personajes y creaciones ciertas características especiales que ella posee.

Carolina no tiene filosofía de vida. Dice que no necesita imitar algo o alguien para sentirse bien. En cambio, lo único que siempre tiene en mente es ser honesta con ella y con quienes la rodean; ya que de esta manera ellos sabrán que Carolina siempre se muestra y habla tal como es sin ningún tipo de rodeos.

Sus planes a futuro son inciertos. Pero lo que si tiene en mente es ceder la batuta de su cargo de directora a otra persona igual de capacitada. Aunque siempre huyó de de la docencia y el papel estereotipado de profesora, ahora lo disfruta más que nunca. Como ser humano lo único que anhela es poder morir en paz sabiendo que no le debe nada a nadie; pero antes poder ver a sus nietos crecer. Entre risas, la escritora no descartó la idea de ser cantante de rock un día. "Tiene que ser liberador el hecho de pararse en un escenario, romper 3 guitarras y pegar alaridos, supongo que al día siguiente uno amanece renovado".


Por: Andrea Camba V.
Genero: Perfil

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