sábado, 24 de noviembre de 2012

15 de noviembre de 2012





La indignación de centenares de trabajadores que cayeron sobre las aún existentes calles y avenidas de Guayaquil acabó dispersa en el río Guayas. Los cuerpos de alrededor 500 hombres siguen perdidos.

La historia explica que el día 15 de un noviembre desalentador, por cuanto la pobreza llegaba a muchos, trabajadores del ferrocarril, electricidad, agua potable, cervecería, jabonería y astilleros decidieron ser los primeros activistas del siglo XX de esa ciudad.

La población conocía la crisis en la producción local a causa de las excesivas  importaciones. Los artículos de primera necesidad eran escasos, el sucre se había desvalorizado (el dólar americano que anteriormente se lo compraba a 2,00 sucres, se lo adquiría luego en 3,20). El precio del cacao había declinado de 26 a 9 centavos en dos años, y el comercio había sido brutalmente paralizado. 

Es imaginable el nivel de angustia de los guayaquileños en 1922. Ninguna autoridad trató de reunirse con la masa para calmar la situación; todo estaba fijado en la euforia,  y  los desmanes que causaban algunos delincuentes mezclados entre los indignados, causaron alteración en la población.

Gallegos Lara, quien tenía 13 años el día de la sublevación, testificó la tragedia en su libro "Las cruces sobre el agua".

La novela se concentra en exaltar la lucha implacable del movimiento sindical de obreros que encabezaba la acción revolucionaria que terminó en el "primer baño de sangre”. El pueblo solicitaba mejores salarios, reducción de las horas de trabajo y libertad de sus  líderes detenidos días antes. No se les concedió nada.

El Ejército Nacional, comandado por el general José Luis Tamallo, con sus batallones Constitución, Zapadores del Chimborazo, Montúfar, Marañón, Artillería Sucre No. 2 y Cazadores de los Ríos, disparó sus fusiles contra la alteración deslindada por todo el puerto.

El ruido fue callado por las balas. Guayaquil no era en ese momento el mismo espacio de movilidad extranjera y comercial atraída por el olor a cacao.  Se había transformado en el punto del silencio que más tarde formaría a una nueva era de revolucionarios, quienes se encargan de resurgir la tragedia, pero más que eso, la valentía de sublevarse ante las medidas incorrectas maniobradas por un gobierno. Los miembros del Partido Comunista Ecuatoriano, cada 15 de noviembre, como una de las pocas fechas en las que se muestran, dirigen cruces desde Lorenzo de Garaycoa hasta el Malecón 2000, donde las terminan ofrendándolas al Manso Guayas. 

Por: Narcisa Rendon
Genero: Reportaje 

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